Versos de la bíblia de
Proverbios
El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
El que posee entendimiento ama su alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien.
Mucho se alegrará el padre del justo, Y el que engendra sabio se gozará con él.
Ciertamente la soberbia concebirá contienda; Mas con los avisados está la sabiduría.
Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.
La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido.
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría.
Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Como en el agua el rostro corresponde al rostro, Así el corazón del hombre al del hombre.
No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección;(C) Porque Jehová al que ama castiga,(D) Como el padre al hijo a quien quiere.(E)
Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida.
No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.
La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.
No conviene al necio la altilocuencia; !!Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.
El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los mejores amigos.
Hay quien todo el día codicia; Pero el justo da, y no detiene su mano.
Camino a la vida es guardar la instrucción; Pero quien desecha la reprensión, yerra.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.
¿Andará el hombre sobre brasas Sin que sus pies se quemen?
Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; Si la hallares tendrás recompensa, Y al fin tu esperanza no será cortada.
Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.